Proyecto Pastoral Itinerario 2018-2022
«Anunciar la Alegría del Evangelio caminando en Comunidad»
“La esperanza no quedará defraudada, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”. (Rom. 5,5)
Nuestra comunidad de Salta, lleva muchos años evangelizando con el método de los Cursillos de Cristiandad, como una herramienta de encuentro con un Dios vivo y palpable que hizo que más de 8.000 hermanos vivan la maravillosa experiencia de un Cursillo de Cristiandad, todos estos años proclamando el kerygma, como un primer anuncio con un lenguaje testimonial, vivencial, cuyo punto de partida fue nuestra propia experiencia de fe en Jesucristo.
Hoy estamos llamados a proclamar la Misericordia de Dios, nos encuentra transitando a la luz de la Exhortación Apostólica de nuestro Papa Francisco “La alegría del amor” que no viene a cambiar ninguna ley, sino a acercarse al hombre de hoy y mostrarle su misericordia, por grandes que sean sus dificultades en su vida familiar y personal, y por grandes que sean sus penas y pecados, pues el amor y la misericordia de Dios están siempre por encima de todo.
A lo largo de todos estos años el movimiento tuvo la gracia y la bendición de contar con muchos hermanos que convertidos a la Gracia de Dios fueron y son grandes testimonios desde su servicio, amor por Cristo y por este movimiento, que permitió y que permite que nuestro movimiento siga con el mismo espíritu y ardor que tuvieron aquellos primeros hermanos que trajeron los cursillos a Salta, siempre abiertos a las mociones del Espíritu.
Esto se ve reflejado claramente con nuestros actuales dirigentes que recibieron toda la experiencia vivencial y metodológica que hacen que hayamos madurado espiritual y dirigencial poder afrontar esta gran responsabilidad.
Hoy nos encuentra a todos en comunión con nuestro secretariado diocesano, por la gracia de Dios guiados y acompañados siempre por nuestro Pastor el Monseñor Mario Antonio Cargnello, quien se interesó y motivo para nuestra postulación.
Nuestros Dirigentes: se produce periódicamente un recambio dirigencial en nuestras estructuras de servicios, secretariado y escuela, sin que ello implique divisiones o alejamientos, por el contrario, hoy vemos en los distintos grupos y equipos a hermanos que fueron presidentes del secretariado en distintos periodos y a dirigentes trabajando en unidad y motivados por un mismo espíritu de servicio y de amor al prójimo.
Casa Propia para Retiros: contamos a partir del año 1990 de una Casa propia para la realización de los cursillos, como así también para el funcionamiento de todas las actividades y las estructuras de servicios de nuestro movimiento.
Asesores Espirituales: contamos con un Asesor Espiritual que es el Padre Alberto Alemán, presente siempre en todas las actividades del MCC, dentro y fuera de la casa, desde más de 20 años y que contamos también con un equipo extra de sacerdotes que hicieron cursillo y nos acompañan, en especial nuestro Asesor de Mesa Directiva Nacional Padre Raúl Flekenstein. Sabemos de la gran responsabilidad que afrontaremos, estamos seguros que estos nos obligará a crecer en conocimiento, en santidad y espíritu de apertura.
Espíritu Misionero: hoy más que nunca se nos despierta nuestro espíritu misionero y evangelizador, que contamos con Escuela de Servicios activa que es el motor de nuestro movimiento, que impulsa formación, servicio y santidad, que desde allí se originan los distintos grupos de servicios, como Grupo Precursillo, Grupo PosCursillo, Grupo Convivencia, Grupo de Misiones y Grupos de Servicios.
El Carisma: todos estos años hemos permanecido fiel a nuestro Carisma, lo que nos llevó a un estudio pormenorizado exhaustivo de nuestra metodología. Hemos comprendido que así como los dogmas evolucionan, el carisma también.
Nuestra mirada sigue centrada desde lo evangélico, lo doctrinal y lo metodológico, con en el Anuncio apostólico (kerigma) y que el Cursillo sigue siendo un instrumento de este mensaje, que debe llegar a todos (MT.28, 19).
Hoy la Iglesia mira y analiza consciente de la fragilidad de muchos de sus hijos que iluminada por la mirada de Jesucristo, «mira con amor a quienes participan en su vida de modo incompleto, reconociendo que la gracia de Dios también obra en sus vidas, dándoles la valentía para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan».
Esto de ninguna se refleja en debilitamiento de nuestra metodología, muy por el contrario, nos lleva a un mayor compromiso de formación dirigencial, para poder discernir estas nuevas situaciones.
La alegría del amor experimentada en cursillos, sin condiciones, motiva el amor misericordioso en las personas y en la comunidad. Sólo cuando experimentamos la vivencia de sabernos amados por Dios incondicionalmente, logramos transitar con esperanza y en paz los procesos de crecimiento y maduración cristiana.
Antes innumerables hermanos que buscan sin acertar, y ante quienes aún no se han descubierto amados, es necesario una mirada misericordiosa.
En estos tiempos y con las particularidades de las distintas situaciones que se nos presentan, es necesario un real y verdadero discernimiento que a la luz de la fe, y de la gracia, nos permita hallar cuál es la verdadera voluntad de Dios.
Esta búsqueda de claridad en el discernimiento, y a su dinámica de elección en la toma de decisiones en la vida cristiana de nuestros hermanos, seguramente nos llevara a un crecimiento dirigencial que también repercutirá positivamente también en nuestra santidad.
Este discernimiento siempre debe encontrarse motivado y conducidos por el Espíritu Santo; a los efectos de estar siempre atentos a las tentaciones, que están siempre al acecho procurando confundirnos y apartarnos del camino de una Iglesia en salida al encuentro de todos.
“Los cristianos tenemos que estar en el mundo y no en el cielo. En todo caso estamos para hacer en el mundo el cielo posible” Eduardo Bonim.